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El perjuicio
Con el colapso de Worldcom, los accionistas perdieron cerca de 180.000 millones de dólares, 20.000 personas se quedaron sin empleo y la compañía se declaró en concordato. En primer lugar, el efecto directo en la vida de los empleados que integran la organización, quienes se perjudican por la falta de continuidad del negocio (3.700 empleados sin trabajo en abril de 2002 y 17.000 a agosto de 2002), una de las responsabilidades directas de los ejecutivos. En segundo lugar, un accionista que en marzo de 2000 haya comprado títulos de WorldCom por 10 mil dólares cuando se produjo la debacle vio reducido ese capital a sólo 200 dólares, según cálculos de analistas. Esto representa una pérdida de valor de 98 por ciento y con ello esos papeles son considerados basura, en el argot bursátil. Los inversores que compraron las acciones de esta “creciente empresa” en el año 1999 a razón de u$s 64,50 por acción vieron caer su valor hasta u$s 0,83 y no precisamente por situaciones de mercado, sino por una mala gestión de management. Pero esto no queda solo en los inversores de esta compañía, ya que genera un efecto cadena en la falta de confianza en las compañías del rubro de telecomunicaciones. La lección de la sentencia es que la responsabilidad empresarial no debe esfumarse y es proporcional al daño causado.
No caben dudas que el impacto de los fraudes contables en la sociedad norteamericana y en la credibilidad mundial de sus empresas, impactó de manera considerable. La inmediata reacción de los políticos fue realizar propuestas de cambios en la legislación y el tema adquirió tal trascendencia que fue más allá de toda contienda partidaria. Tanto republicanos como demócratas realizaron sus respectivos protectos y el asunto pasó a ser una cuestión de Estado. Junto con Enron, esta compañía se transformó en un símbolo de corrupción empresarial, y llevó al Congreso estadounidense a aprobar una dura legislación que responsabiliza a los empresarios por las manipulaciones financieras en sus compañías. Por un lado, el senador republicano John McCain se unió a congresistas demócratas en reclamar la renuncia del presidente de la Comisión de Valores de Estados Unidos, Harvey Pitt, un ex abogado de Wall Street entre cuyos clientes figuraban importantes firmas de contabilidad. Por otra parte, el senador demócrata Paul Spyros Sarbanes y el diputado republicano Michael Oxley presentaron sendas propuestas tendientes a implementar la “Ley de Reforma de la Contabilidad de Compañías Públicas y Protección de los Inversionistas”, que fue aprobada y entró en vigencia como el 30 de julio del 2002, y se le ha calificado como la reforma de más alcance en las prácticas comerciales estadounidenses desde la época de Franklin Delano Roosevelt. La ley, que ahora se conoce como la “Ley Sarbanes-Oxley”, lleva el nombre de los principales patrocinadores de la legislación.
Ebbers, según se expuso en el juicio, era un hombre tan obsesionado con el recorte de costos, que decidió cancelar el servicio de café al personal para ahorrar cuatro millones de dólares. Pero cuando su director financiero reclasificó pagos a proveedores por miles de millones, apuntándolos como inversiones, no se dio cuenta de lo que estaba pasando, según su peculiar línea de defensa. El empresario fallido, al que se conocía como el ‘vaquero’, optó por mostrar al tribunal un perfil de hombre hecho a sí mismo, que trabajó como lechero y entrenador de baloncesto tras fracasar en sus estudios secundarios y, casi por casualidad, probó suerte en los negocios. El único mérito de su carrera -según explicó- consistió en contratar colaboradores de talento para ocuparse de asuntos sobre los que no entendía gran cosa. "No sé nada de contabilidad y apenas comprendo la tecnología", declaró Ebbers. Cuando su abogado defensor le preguntó intencionadamente por la contradicción entre su ignorancia y la gestión de una gran empresa, el acusado se puso socrático "Sólo sé lo que no sé". El testimonio de Sullivan fue clave para establecer una relación directa entre Ebbers y el fraude. Testificó que él advirtió que Ebbers era el único camino por el que la compañía podía encontrar la protección necesaria para realizar "ajustes impropios" en los informes financieros. Ebbers negó haber conocido los reajustes, diciendo a los miembros del jurado que él se concentraba en la estrategia y dejaba los detalles contables y las decisiones en manos del jefe financiero. La defensa intentó convencer de lo contrario al jurado y dañar la credibilidad del principal testigo, el ex jefe de finanzas de WorldCom Scott Sullivan. Ebbers negó en repetidas ocasiones los cargos, alegando que ignoraba el fraude y culpando a su ex mano derecha y jefe financiero, Scott Sullivan. La presión que generaban los préstamos, el dinero que podía perder y su autoridad como presidente de la compañía se combinaron para formar una "tormenta perfecta de corrupción" que llevó a Ebbers a cometer fraude, dijo el fiscal William Johnson en su alegato final.
Falta leer las fuentes:
http://www.noticiasdot.com/publicaciones/2002/0602/2702/noticias2702/noticias2702-15.htm
http://www.elpais.com/articulo/internacional/WorldCom/pagara/mayor/compensacion/fraude/historia/EE/UU/elpporint/20050922elpepuint_2/Tes/
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